jueves, 18 de julio de 2013

Los hombres de Paco.



Nos empeñamos en buscar la felicidad cada día, y no nos damos cuenta que es ella quien tiene que encontrarnos. Y eso será cuando menos te lo esperas. En el instituto, en el supermercado, o en mitad de una huida. Y cuando llega descubres que ahí no acaba todo, que el final de un camino, solo es el principio de otro, y lo único importante es la persona que escoges para que camine a tu lado, aunque sea para esconderte en el desierto. Y esconderse es lo que menos te importa, lo que te importa es que estás tocando con la yema de los dedos eso que has estado soñando toda tu vida. Y ya solo importa el hoy, el presente, y lo que queda por venir. Porque no se puede borrar lo que ya está escrito. Y porque la vida es aquello que sucede mientras tú tratas de hacer otra cosa.

(LHDP)

Ella es un millón de cosas.



Tiene trescientas pecas en la cara, y supongo que es eso lo que la hace ser tan sonriente. Pero ella no solo sonríe con la boca, también tiene una sonrisa interior, y esa, es constante. Me refiero a que ella sabe aguantar cuando las cosas se tuercen. Porque ella siempre sigue recta, como un pilar. Sostiene los problemas, sabe vivir con ellos, y tiene fuerzas para seguir adelante.
Ella es mi pilar. Puede que a veces me caiga, pero ahí está mi amiga para convencerme de que siendo yo misma soy la mejor. No existen los problemas si ella está ahí.
Ella es guapa, así, sin más, y con todas las letras. Sus ojos verdes iluminan su cara y hasta su cuerpo. A mi me ha dado mil millones de besos con esos labios. Y también mil millones de abrazos.
Ella consigue comerse el mundo cada día, en cada segundo. Hace de un año, el mejor año de todos.
Ella es una amiga, y que no me hablen de amistad si no la tienen a ella. ¿Por que qué es una amiga si no te hace oler su chaqueta sudada después de jugar a volley? ¿O si compartes hasta el mismo chicle? ¿Quién si no es ella me espera todas las mañanas en la esquina de mi casa? Que no me vengan con tonterías, porque la definición de amistad la tiene ella.
Ella es un millón de cosas, pero sobre todo, ella es mi amiga.
Tequila, Rocío.
(María G. Carbajosa)

La almohada.


Si tuviera que sacarte algún parecido, seria con la almohada. Es el mejor objeto que se parece a ti en cuanto a características. Eres cómodo, yo podría dormir solamente apoyada en tu pecho. Eres fácil de abrazar, de la misma manera que cuando agarras un cojín con todas tus fuerzas y lo achuchas. Pienso en ti todas las noches, es por eso que me acuesto contenta y me levanto habiendo soñado contigo. Las almohadas sirven para desahogarse, para llorar y llorar, hasta que consigues reírte. Porque no sé si os he dicho alguna vez, que hay un número determinado de lágrimas para cada cosa, y puede que, a veces, ya las hayamos gastado todas. Lo bueno de él, es que consigue que se acaben todas mis lágrimas, pero muchas veces sin necesidad de llorar. Porque no le gusta verme llorar, ni saber que estoy llorando aunque no esté delante suyo. Pero sabe que a veces tengo días malos, o que no siempre estoy de buen humor, y es por eso, que sabe dejarme desahogar. Sabe secar mis lágrimas trescientas veces por el mismo motivo. Y sabes aguantar cada una de mis preocupaciones, de mis miedos. Lo mejor de todo es que sabe cómo hacerme feliz. Porque siempre después de la lluvia, escampa.
(María G. Carbajosa)

El beso.


Ya conozco su sonrisa cuando está enfadado. Y su manera de darme besitos por toda la cara cuando estoy mala. Le he visto enfadarse con el mundo por perder una hora juntos, de nuestro tiempo juntos. Le conozco cuando tiene frío y me abraza, para que no lo tenga yo. Conozco su forma de tocar el piano. Y cómo se mueven sus manos. Sé las horas que tiene que dormir, o en el minuto exacto que tengo que despertarle por las mañanas para que se despierte descansado. Se ríe de mi porque no sé mentir cuando jugamos a las cartas, y siempre acabo perdiendo.
Pero es que él también me conoce. Me conoce cuando me río de dolor, o cuando lloro de alegría. Me conoce porque me cuida, y sabe cómo quiero que me trate.Sabe que tiene que cogerme de repente de la cintura y darme un beso fuerte en la mejilla para que no me enfade. También sabe que solo hace falta UN BESO para que no esté triste, o para que se me olviden todos los problemas. Pero qué beso, ese no es un beso cualquiera. Ese beso fue ayer. Ayer estábamos sentados uno al lado del otro. Tardó exactamente 30 segundos en acercarse a mi mejilla y, cuando ya podía notar su respiración, me dio un beso justo al lado de mis labios. Lento, sin separarse ni un milímetro,  sin hacer demasiada fuerza, ni demasiado ruido. Porque nada de eso hace falta para notarle. ¿Sabéis? Me llegan descargas eléctricas por todo el cuerpo, que le noto desde mis labios, hasta la punta de mi dedo meñique del pie. Son escalofríos, pero que me calientan en tan solo un segundo. Y así podría pasarme el resto de mi vida, perdida en ese beso. “Y ya vendrán los demás después" -Me dijo.
(María G. Carbajosa)

Pero echo muchísimo de menos tu risa.



Ella se ríe a carcajadas, y sonríe, pero no de vez en cuando, siempre. Su sonrisa es constante. También la he visto llorar, odiarme, y pegar unos chillidos que retumban las paredes. ¿Pero sabéis qué? Eso no se puede comparar con nada del mundo. Me da los abrazos que necesito, en el momento y lugar adecuado. Viene a mi habitación y me dice que me quiere, me atrapa. A quién no enamoraría. Ella. Se peina cada 15 segundos exactamente, y tres de cada dos palabras son “me encanta". Es que, aunque no os lo creáis sabe tocar la guitarra, sabe escuchar y dar consejos, sabe cantar y sonreír al mismo tiempo. También sabe ser ella misma, dulce y alocada, pero con los pies en la Tierra. Estoy orgullosa de ti, no podía ser menos. Pero no solo eso, amigos. No os he dicho que adoro sus piernas, y la forma en la que anda. Su pelo rubio y sus labios. Que no me soporte cuando soy pesada con ella, o cuando no la dejo ni respirar. Es como una canción suicida, pero lo único que busco es estar otra vez a su lado. Merendar a las 6 de la tarde todos los días y compartir la  Coca-Cola a la mitad, ni un mililitro más, ni un mililitro menos. Comer palomitas, porque si no es juntas, a mi ya no me gustan. Ver películas, series completas. Grabarnos vídeos cantando, y morirnos de la risa después. Llorar juntas de la emoción, y a veces, también del odio. No conozco mejor odio en el mundo, pero tampoco conozco a una persona tan llena de vida como ella. Es ella. Única y admirable. Ella es mi hermana.
(María G. Carbajosa)

Loca.


Que para loca yo, eso ya me lo dijeron. Pero muchas veces pienso, que cómo no voy a estar loca -y con loca, me refiero a loca por ti- si cada vez que me río me besas, si cada vez que me besas te quedas con mi lengua. Eso es estar loca. Loca es gritar tan alto que solo puedes oírte tú misma, es saltar al vacío y que estés tú abajo para recogerme. Loca es correr sin cansarte, porque tú estás en la meta. Y ahora que ya he llegado al final, solo nos queda morirnos de locura. Pero entonces, que jodidamemte bonito es el amor. ¿No crees?
(María G. Carbajosa)

Soy, gracias a ti.


Yo puedo arrancar cabezas solo por esa sonrisa, y esos hoyuelos que se forman en tus mejillas. Por tu barba de dos días, y por tu movimiento de cejas. Soy capaz, más bien, de saltar desde un precipicio sin seguridad alguna, por el único puto motivo de despertar otra noche más a tu lado. No necesito más, no necesito nada más que tus besos robados, o tus abrazos espontáneos. Podemos perdernos en el espacio, o en el tiempo, me da igual, pero contigo. La vida es diferente cuando estoy contigo. Haces que las cosas parezcan fáciles, que las escaleras no cuesten subirlas cada día. Que el amor sea como en las películas, y no como cuentan los pobres desafortunados. Porque cada vez que estamos juntos, el mundo se para, y nos deja vivir nuestra propia película. No tengo miedos, no hay barreras, nada nos frena. Hoy te tengo a mi lado, y tú me tienes al tuyo. Y mañana, mañana despertaré entre tus brazos y tu pecho.
(María G. Carbajosa)