jueves, 18 de julio de 2013

Pero echo muchísimo de menos tu risa.



Ella se ríe a carcajadas, y sonríe, pero no de vez en cuando, siempre. Su sonrisa es constante. También la he visto llorar, odiarme, y pegar unos chillidos que retumban las paredes. ¿Pero sabéis qué? Eso no se puede comparar con nada del mundo. Me da los abrazos que necesito, en el momento y lugar adecuado. Viene a mi habitación y me dice que me quiere, me atrapa. A quién no enamoraría. Ella. Se peina cada 15 segundos exactamente, y tres de cada dos palabras son “me encanta". Es que, aunque no os lo creáis sabe tocar la guitarra, sabe escuchar y dar consejos, sabe cantar y sonreír al mismo tiempo. También sabe ser ella misma, dulce y alocada, pero con los pies en la Tierra. Estoy orgullosa de ti, no podía ser menos. Pero no solo eso, amigos. No os he dicho que adoro sus piernas, y la forma en la que anda. Su pelo rubio y sus labios. Que no me soporte cuando soy pesada con ella, o cuando no la dejo ni respirar. Es como una canción suicida, pero lo único que busco es estar otra vez a su lado. Merendar a las 6 de la tarde todos los días y compartir la  Coca-Cola a la mitad, ni un mililitro más, ni un mililitro menos. Comer palomitas, porque si no es juntas, a mi ya no me gustan. Ver películas, series completas. Grabarnos vídeos cantando, y morirnos de la risa después. Llorar juntas de la emoción, y a veces, también del odio. No conozco mejor odio en el mundo, pero tampoco conozco a una persona tan llena de vida como ella. Es ella. Única y admirable. Ella es mi hermana.
(María G. Carbajosa)

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