jueves, 18 de julio de 2013

La almohada.


Si tuviera que sacarte algún parecido, seria con la almohada. Es el mejor objeto que se parece a ti en cuanto a características. Eres cómodo, yo podría dormir solamente apoyada en tu pecho. Eres fácil de abrazar, de la misma manera que cuando agarras un cojín con todas tus fuerzas y lo achuchas. Pienso en ti todas las noches, es por eso que me acuesto contenta y me levanto habiendo soñado contigo. Las almohadas sirven para desahogarse, para llorar y llorar, hasta que consigues reírte. Porque no sé si os he dicho alguna vez, que hay un número determinado de lágrimas para cada cosa, y puede que, a veces, ya las hayamos gastado todas. Lo bueno de él, es que consigue que se acaben todas mis lágrimas, pero muchas veces sin necesidad de llorar. Porque no le gusta verme llorar, ni saber que estoy llorando aunque no esté delante suyo. Pero sabe que a veces tengo días malos, o que no siempre estoy de buen humor, y es por eso, que sabe dejarme desahogar. Sabe secar mis lágrimas trescientas veces por el mismo motivo. Y sabes aguantar cada una de mis preocupaciones, de mis miedos. Lo mejor de todo es que sabe cómo hacerme feliz. Porque siempre después de la lluvia, escampa.
(María G. Carbajosa)

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